El Papa Francisco pide ayuda colectiva y “concreta” para apoyar a las víctimas, heridos, familiares y rescatistas del terremoto que devastó desde anoche regiones del sureste de Turquía y el norte de Siria. Desde su cuenta en nueve idiomas @Pontifex, seguida por millones de personas, el Papa asegura su cercanía personal a los afectados por esta tragedia, comparable, según los expertos, a la explosión de “100 bombas atómicas”, que ha causado hasta ahora cerca de 5.000 muertos.
Estoy cerca, con todo el corazón, de las personas afectadas por el terremoto en #Turquía y #Siria. Sigo rezando por cuantos han perdido la vida, por los heridos, los familiares, los equipos de rescate. Que la ayuda concreta de todos nosotros los sostenga en esta inmensa tragedia.
Los telegramas a los nuncios
Ya en el día de ayer, el Papa había enviado dos telegramas a los nuncios de sus respectivos países, el cardenal Mario Zenari en Siria y monseñor Marek Solczyński en Turquía, para expresar su profundo “dolor” por las vidas humanas que perecieron bajo los escombros. Francisco también aseguró y pidió oraciones por el personal de emergencia que trabaja en las tareas de socorro.
Pésame del Patriarca Bartolomé
A las condolencias del Papa se unieron las del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, que expresó su conmoción por la trágica muerte de cientos de civiles y las heridas sufridas por muchos otros a causa del terremoto. El primado ortodoxo envió dos mensajes: uno al Presidente de la República Turca, Recep Tayyip Erdoğan, y otro al Patriarca Juan X de Antioquía. En efecto, muchas zonas de su jurisdicción se vieron afectadas.
Bartolomé expresó sus condolencias por las víctimas y el apoyo del Patriarcado Ecuménico, rezando para que Dios Todopoderoso acoja las almas de las víctimas y fortalezca a las familias y parientes en su profundo duelo. El Patriarca también deseó una pronta y completa recuperación de la salud de los heridos, así como un refuerzo de la labor de los equipos de rescate y del personal médico y de enfermería de los hospitales que atienden a los heridos.
El testimonio de un jesuita en Turquía
Desde Iskenderun, centro del distrito del mismo nombre en la provincia de Hatay, donde explotó el puerto local, llega el testimonio del padre jesuita Antuan Ilgit, vicario delegado del Vicariato Apostólico de Anatolia. Con el teléfono que suena por momentos y dificultades para comunicarse, el sacerdote -también profesor de Teología Moral en la Facultad teológica del sur de Italia- explica que la catedral de Iskenderun se ha derrumbado casi por completo, pero que los edificios en los que vive con el obispo y las monjas son parcialmente utilizables. “Como tenemos un gran patio, la gente ha venido a refugiarse. Son católicos, ortodoxos, armenios, pero también muchos musulmanes a los que yo mismo saliendo por las calles los invité a quedarse con nosotros. Compartimos y seguimos compartiendo todo lo que tenemos en nuestras despensas, en nuestros frigoríficos”.
Ilgit explica que en la misa, celebrada “casi a oscuras”, había también “algunos no cristianos con mucha participación”. “La noche fue dura porque llovía mucho y hacía frío, y los continuos temblores eran muy fuertes. La gente no podía quedarse fuera, pero también tenía miedo de quedarse dentro. Por la mañana hubo una explosión en el puerto y un incendio pero no sabemos a qué se debió…. Poco a poco fueron llegando noticias de la muerte de vecinos y familiares de nuestros feligreses que vivían aquí, en Iskenderun, pero sobre todo en Antioquía. Al parecer, el pastor protestante y su esposa siguen bajo los escombros, presuntamente muertos”.
Único jesuita turco y único sacerdote turco actualmente al servicio de la Iglesia de Turquía, el padre Antuan envía un mensaje de cercanía y también de esperanza en una reconstrucción: “¡Estoy cerca de mi gente como puedo! Siento la presencia de la Iglesia expresada con llamadas telefónicas, mensajes y otros medios de todos los obispos de Turquía y del Nuncio Apostólico, que sigue todo con gran participación”, afirma. “Cuando consigo descargarlo, recibo muchísimos mensajes de la querida Italia, pero también de todas partes, expresando su cercanía. Estoy seguro de que la Providencia no fallará, la ayuda llegará y con las piedras vivas que somos reconstruiremos la ‘nueva Catedral’ más sólida que nunca”. “Mis amigos musulmanes -añade- se desviven por conseguirnos agua y comida. El terremoto afectó a todos, independientemente de nuestra fe, nos afectó pero también nos unió. Como quiere el Papa Francisco, “estamos en las fronteras del diálogo, compartiendo las mismas alegrías y penas, y colaborando por un mundo mejor”.