Santa Rosa de Lima, cuyo verdadero nombre es Isabel Flores de Oliva, nació el 20 de abril de 1586, en Lima, capital del Virreinato del Perú. Fue la cuarta hija de los 13 que tuvieron sus padres, y fue bautizada el 25 de mayo de 1586; la confirmación la recibió en el pueblo de Quives, por parte del futuro Santo Toribio de Mogrovejo.
Desde pequeña fue una mujer piadosa; hizo votos de virginidad e ingresó a la Tercera orden de Santo Domingo, a imitación de Santa Catalina de Siena. Con ayuda de su hermano Hernando construyó una ermita en un extremo del huerto de su casa. Solo salía para acudir al templo de Nuestra Señora del Rosario, y para catequizar a indígenas, afroamericanos. También se preocupaba por los enfermos.
En 1615, buques corsarios neerlandeses se disponían atacar la ciudad de Lima, y ante la amenaza, Rosa reunió a un grupo de mujeres en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario para orar. Cuando llegó la noticia del desembarco, protegió con su cuerpo al Santísimo Sacramento, y misteriosamente, el capitán de la flota falleció y las naves emprendieron el regreso sin atacar.
Tras su muerte, fue beatificada el 15 de abril de 1668 por Clemente IX. En 1670, fue proclamada protectora de Perú, de la América hispana y Filipinas, y fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, quien reconoció en esta mística terciaria dominica un ejemplo de santidad y al ascender a los altares confirmaba el éxito misionero en el Nuevo Mundo.
Rosa de Lima fue proclamada santa por la vía de la práctica de las virtudes teologales en grado heroico, a diferencia del mexicano san Felipe de Jesús, primer santo americano, quien fue canonizado a partir de su bien documentado martirio en Japón.
En octubre del 2003 el relicario fue intervenido en el taller de restauración del museo en donde se le realizó una limpieza electroquímica y la aplicación de una capa de protección. Luego, regresó a la sala de exposición en donde los visitantes contemplan un objeto sagrado como una simple pieza de museo.
Santa Rosa de Lima en la Catedral de México
El retablo izquierdo de la capilla de san Felipe de Jesús, en la Catedral Metropolitana de México, está dedicado a Santa Rosa de Lima, de modo que en el mismo espacio se encuentran imágenes de quienes fueron el primer santo de América, San Felipe de Jesús, y la primera santa: Rosa de Lima.
Este retablo, cuyo origen está vinculado a la fecha de canonización de Santa Rosa de Lima en 1671, durante el pontificado de Clemente IX, posiblemente es el que más haya tenido modificaciones en la historia de la Catedral, siendo las últimas en 1964, de acuerdo con el libro Catedral de México, Patrimonio Artístico y Cultural.
El retablo contiene pinturas que no están firmadas, pero los peritos las atribuyen a Cristóbal de Villalpando, pues en el templo dominico de Azcapotzalco hay un retablo de este autor con el mismo tema y ambas obras conservan semejanzas. Además, los expertos consideran que “las vestimentas de los padres de la terciaria dominica incluyen elementos en que Cristóbal de Villalpando dejó constancia, desde su perspectiva barroca, de que se trataba de personajes peruanos”.
Los nombres de las pinturas de este retablo son: el nacimiento de Santa Rosa, el milagro del nombre de la santa, la aparición del Niño Jesús, Juego de dados entre Jesús y Santa Rosa, las penitencias de Santa Rosa, los desposorios místicos, Visión de la hoguera y el encuentro de la santa con Cristo en la cruz, y Santa Rosa de Lima y Jesús pesan sus coronas.
El retablo de Rosa de Lima también incluye una escultura de la santa con el Niño Jesús fabricada en madera, de más de metro y medio de alto, que fue tallada, labrada, estofada y policromada, en el último tercio del siglo XVII.
San Felipe de Jesús y Santa Rosa de Lima fueron, al igual que la Virgen de Guadalupe, baluartes del criollismo novohispano, por lo tanto, influyeron en el desarrollo de la identidad americana y en el nacionalismo continental, cuando los criollos exigían mayores derechos y prerrogativas a la Corona española.