La Iglesia defiende la vida, especialmente la de los que no tienen voz. En la Iglesia -recuerda el Papa en la “Evangelii gaudium“- hay un signo que nunca debe faltar: “la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha” (EG 195). Es la atención preferente a los más débiles.
Del lado de los más débiles y de los derechos humanos
“Entre estos más débiles, de los que la Iglesia quiere ocuparse con predilección -subraya Francisco-, están también los niños no nacidos, que son los más indefensos e inocentes de todos, a los que hoy se quiere negar su dignidad humana para poder hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo una legislación para que nadie pueda impedirlo”. Con frecuencia, para ridiculizar alegremente la defensa de la vida de los no nacidos por parte de la Iglesia, se hace presentar su posición como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que el ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cualquier etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no queda ningún fundamento sólido y permanente para la defensa de los derechos humanos, que estarían siempre sujetos a las conveniencias contingentes de los poderosos” (EG 213).
No es progresista eliminar una vida humana
El Papa Francisco tiene palabras claras: “No se debe esperar que la Iglesia cambie su posición en este tema. Quiero ser completamente honesto al respecto. No es un tema que esté sujeto a supuestas reformas o “modernización”. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Pero también es cierto que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy difíciles, en las que el aborto se les presenta como una solución rápida a sus profundas angustias, especialmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como consecuencia de la violencia o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de entender situaciones tan dolorosas?” (EG 214). El Papa tiene palabras muy fuertes: el aborto “es un crimen”. Es eliminar uno para salvar otro. Es lo que hace la mafia” (Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de México, 17 de febrero de 2016). “Es como contratar a un sicario para resolver un problema” (Audiencia General,10 de octubre de 2018).
El aborto, un problema humano y no religioso
El Papa ha dicho muchas veces que el problema del aborto “no es un problema religioso: no estamos en contra del aborto por la religión. No. Es un problema humano” (Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de Dublín, 26 de agosto de 2018). Explica: “El aborto es un asesinato. Aborto… sin medias tintas: quien aborta, mata. Coge cualquier libro de embriología, de los que se estudian en las facultades de medicina. La tercera semana después de la concepción, muchas veces antes de que la madre se dé cuenta, ya están todos los órganos, todos, incluso el ADN. ¿No es eso una persona? Es una vida humana, y punto. Y esta vida humana debe ser respetada (…) Científicamente es una vida humana. Los libros nos enseñan. Pregunto: ¿es correcto suprimirlo, para resolver un problema? Por eso la Iglesia es tan dura en este tema, porque si acepta esto, es como si aceptara el asesinato diario” (Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de Bratislava, 15 de septiembre de 2021).
Los pequeños lanzados por los espartanos
“De niño, en la escuela”, recuerda el Papa, “nos enseñaban la historia de los espartanos. Siempre me llamó la atención lo que nos contaba la maestra, que cuando nacía un niño o niña con malformaciones, lo llevaban a la cima de la montaña y lo tiraban para abajo, para que no hubiera estos pequeños. Los niños decíamos: “¡Qué crueldad!”. Hermanos y hermanas, hacemos lo mismo, con más crueldad, con más ciencia. Lo que no se necesita, lo que no produce, debe desecharse. Esta es la cultura del descarte, hoy no se quiere a los pequeños” (Homilía en San Giovanni Rotondo, 17 de marzo de 2018).
Defendiendo cada vida, siempre
Francisco recuerda que estar del lado de la vida no significa cuidarla sólo al principio o al final, sino que significa defenderla siempre: “El grado de progreso de una civilización se mide precisamente por su capacidad de preservar la vida, especialmente en sus fases más frágiles, más que por la difusión de instrumentos tecnológicos. Cuando hablamos del hombre, no olvidemos nunca todos los ataques a la sacralidad de la vida humana. Abortar es un atentado contra la vida. Es un atentado contra la vida dejar que nuestros hermanos y hermanas mueran en las barcazas del canal de Sicilia. Es un atentado contra la vida cuando las personas mueren en el trabajo porque no se respetan las condiciones mínimas de seguridad. Morir de desnutrición es un atentado contra la vida. Un ataque a la vida es el terrorismo, la guerra, la violencia; pero también la eutanasia. Amar la vida es siempre cuidar a los demás, querer su bien, cultivar y respetar su dignidad trascendente” (Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la Asociación Ciencia y Vida, 30 de mayo de 2015).
La misericordia es para todos
El Papa subraya el drama que viven las mujeres y a quienes le acusan de no tener misericordia les responde lo siguiente: “El mensaje de la misericordia es para todos, también para la persona humana que está en gestación. Es para todos. Después de este fracaso, también hay misericordia, pero una misericordia difícil, porque el problema no está en dar el perdón, el problema está en acompañar a una mujer que ha tomado conciencia de que ha abortado. Estos son dramas terribles. Una vez oí a un médico hablar de una teoría según la cual -no recuerdo bien…- una célula del feto recién concebido va a la médula de la madre y allí hay una memoria física. Esto es una teoría, pero decir: cuando una mujer piensa en lo que ha hecho… te digo la verdad: hay que estar en el confesionario, y allí hay que dar consuelo, no castigar nada. Por eso he abierto la facultad de absolver [del pecado de] aborto por misericordia, porque muchas veces -pero siempre- deben encontrarse con el niño. Y les aconsejo, muchas veces, cuando lloran y tienen esa angustia: “Tu hijo está en el cielo, háblale, cántale la nana que no le cantaste, que no pudiste cantarle”. Y ahí está una vía de reconciliación de la madre con su hijo. Con Dios ya lo hay: es el perdón de Dios. Dios siempre perdona. Pero la misericordia también es para ella [la mujer] para procesar esto. El drama del aborto. Para entenderlo bien, hay que estar en un confesionario. Es terrible’ (Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de Panamá, 28 de enero de 2019).