En aquel tiempo se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”, pero hoy también se sigue planteando como una opción a sentirse superiores al otro y ganar una falsa victoria, mientras muchos son oprimidos, encarcelados o mueren en la tragedia de la guerra. Pero en el Evangelio, Jesús abre una ventana a la esperanza del encuentro: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian”.
Hoy lo encontramos como respuesta a las persecuciones que viven algunos pastores y fieles, que para muchos podría ser una derrota, pero para la lógica de Dios es la forma de vivir el Evangelio en la carne: “Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda”. Es difícil comprender su significado si siempre nos limitamos amar a quien está a nuestro lado, sin ir más allá.
Por ello, el Evangelio del VII domingo del Tiempo Ordinario, nos abre al desafío de encontrarnos con todos sin los límites del odio y el rencor que quieren delimitar nuestro mundo, promoviendo la guerra, encarcelando al inocente, o vulnerando al más débil.
Y ante la tentación de solo amar y servir a nuestro círculo cercano, el Señor nos interroga: “si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos?”.
Pero de manera insistente hoy se sigue repitiendo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”; seguramente son los sentimientos que experimentamos al ver desatada la guerra o someter pueblos con ideologías. Pero la respuesta e invitación del Señor es vivir la perfección de la caridad: “sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Es la respuesta cristiana: “rezar y amar”, incluso aquellos que nos odian. Lo decía el Papa Francisco en una homilía: “esto es lo que debemos hacer; y no sólo por los que nos aman, por los amigos, por nuestra gente. Porque el amor de Jesús no conoce límites ni barreras”.
Al ‘ojos por ojo’ estamos llamados a responder con ‘ojo por caridad’, con la perfección del amor de Cristo que murió en la Cruz para enseñarnos la forma extrema de amar, dando la vida para nuestra salvación.