Jueves Santo: El Papa vuelve tras 10 años a la cárcel de Casal del Marmo

De vuelta después de diez años allí donde celebró la primera misa in Coena Domini de su pontificado, el Papa Francisco celebrará el oficio del Jueves Santo el 6 de abril en la cárcel de menores de Casal del Marmo, en Roma. Así lo ha confirmado hoy, sábado 1º de abril, el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni. La Misa se celebrará de forma restringida, no abierta al público. Está prevista la retransmisión en directo. 

Recién dado de alta de una bronquitis infecciosa, el Papa retoma su agenda de Semana Santa y, a través de su portavoz, hizo saber que presidirá los ritos pascuales: las modalidades de las celebraciones de Semana Santa “permanecen inalteradas”, confirmó Bruni, explicando que el Pontífice encabezará las celebraciones, con un cardenal celebrando en el altar, también el día de Pascua. Una modalidad, por otra parte, ya vigente desde hace tiempo. Mañana, se celebrará el Domingo de Ramos, con el cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio Cardenalicio, como celebrante. A partir del jueves, las celebraciones pascuales entrarán en pleno apogeo, con la Misa Crismal en la Basílica Vaticana y, a continuación, la Misa de la Cena del Señor, con el antiguo y siempre conmovedor rito del lavatorio de los pies. Desde hoy se conoce el lugar, que es el mismo elegido por el Papa argentino el 28 de marzo de 2013, quince días después de su elección.

El año pasado (2022), el Obispo de Roma se había dirigido al Nuevo Complejo Penitenciario de Civitavecchia, donde pasó cerca de tres horas saludando a las autoridades, abrazando a los reclusos que le recibieron con coros y gritos, celebrando la misa en la capilla y lavando los pies a los reclusos, de diferentes edades y nacionalidades, todos ellos emocionados. En esa ocasión, el Pontífice fue también a la cercana sala de entrevistas, con una sala de juegos en su interior, para saludar uno a uno a los internos de la sección de alta seguridad.

En la cárcel de Casal del Marmo, de Roma, Bergoglio había lavado los pies en 2013 a diez chicos de diferentes países y confesiones religiosas. Les había dicho que “lavar los pies significa que debemos ayudarnos unos a otros” y que es su deber como sacerdote y como obispo estar a su servicio. Pero reconoció que es una tarea que “le sale del corazón: lo amo”. “Amo -explicaba el Papa- porque el Señor así me lo ha enseñado”. Luego, había expresado la invitación que en los años siguientes dirigió siempre a las nuevas generaciones: “No se dejen robar la esperanza”.

En 2013, llamó la atención que el recién elegido Papa cancelera la solemne celebración de la Misa de la Última Cena en la catedral de Roma, la basílica de San Juan de Letrán, para dirigirse en su lugar a un lugar simbólico, encrucijada de historias de sufrimiento, dolor pero también renacimiento. Esta es una tradición que Jorge Mario Bergoglio siempre había mantenido como arzobispo de Buenos Aires, viviendo los momentos fundamentales del nacimiento del cristianismo en medio de las “periferias existenciales” y que quería restaurar en Roma. Durante todos estos años, el Pontífice siempre ha celebrado el Jueves Santo en centros penitenciarios, centros de refugiados, centros de acogida y atención a enfermos o jóvenes desamparados.

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