A causa de la crisis humanitaria en Haití faltan bienes y servicios esenciales, se vive en una espiral de violencia sin precedentes y ahora, además, hay una nueva epidemia de cólera que, según Unicef, pone en peligro a un millón doscientos mil niños.
Las primeras víctimas del cólera
Según las Naciones Unidas, hasta la fecha sólo se ha recibido el 20,2% de los fondos necesarios para proporcionar a dos millones de personas acceso al agua potable, una de las principales intervenciones para proteger a los niños de enfermedades mortales y prevenir la desnutrición. Mientras tanto, el gobierno ha reconocido que al menos ocho personas han muerto ya de cólera, las primeras víctimas mortales causadas por esta enfermedad en tres años, lo que hace temer una rápida propagación de la epidemia.
Llamamiento del Padre Richard
En primera línea de esta emergencia se encuentra la Fundación Francesca Rava NPH Italia Onlus, que trabaja en Haití desde hace unos 20 años y apoya el hospital Saint Damien, único que es pediátrico en el país, y el hospital Saint Luc, estructuras que han actuado como centros de referencia, tanto en la lucha contra el Covid-19 como en las labores de socorro por el terremoto de 2021.
Desde hace semanas, la Fundación recibe a diario peticiones de ayuda del padre Richard Frechette, sacerdote y médico den las estructuras sanitarias sostenidas por la Onlus. En uno de sus informes más recientes, el padre Richard refiere:
“Haití está en total caída libre y el gobierno está completamente ausente. La sucesión de golpes de Estado y el control del territorio por parte de bandas criminales y violentas han puesto progresivamente al país de rodillas”
A este escenario, según la denuncia, se suman las catástrofes naturales, los terremotos y huracanes devastadores. En Haití, además, falta de todo, “el agua y los alimentos escasean dramáticamente y, cada día, cientos de cuerpos de adultos y niños son enterrados”. Por último, el sacerdote médico se detiene en la plaga del cólera, pidiendo “medicamentos, agua potable y camas, porque la emergencia se expande minuto a minuto”.
Mariavittoria Rava: niños deshidratados
Entrevistada por Vatican News, Mariavittoria Rava, presidenta de la Fundación Francesca Rava, retoma el llamamiento lanzado por el padre Richard y confirma el carácter dramático de la situación. En efecto dice:
“Haití está experimentando una de las emergencias humanitarias más graves del mundo. La violencia, la inestabilidad política y los elevados precios del combustible han provocado una situación que, en 20 años de actividad, nunca habíamos visto tan desastrosa”
Rava explica que el aumento de los casos de cólera se debe a que los barrios de chabolas “son letrinas abiertas”, porque con la crisis del combustible ya no pasan los camiones para recoger la basura en los vertederos.
Al mismo tiempo, los camiones que llevan agua potable también tienen problemas para prestar el servicio, por lo que los enfermos de cólera mueren de deshidratación:
“No te mueres de cólera en un país donde te atienden, pero te mueres de deshidratación si ni siquiera hay agua”
El fracaso de los programas de ayuda
La presidenta de la Fundación considera que Haití está asistiendo al fracaso de todos los objetivos de la agenda 2030 de la ONU. “Aquí –afirma – los niños y las generaciones más jóvenes están sufriendo los mecanismos distorsionados de la gestión política y también la falta de atención de la comunidad internacional”.
“Nuestro hospital Saint Damien acoge y trata a ochenta mil niños al año, pero no es suficiente, tenemos los únicos servicios de cirugía y oncología pediátrica del país y empleamos a personal haitiano que arriesga su vida para salvar a otros”
La emancipación de la población
Poco y nada ha cambiado desde el terremoto de 2010, a pesar de la prometida ayuda internacional. Según Rava, muchos fondos nunca han llegado y la inestabilidad política no ha permitido que la ayuda recibida se aproveche. La emergencia humanitaria llama la atención, pero luego hay que quedarse”, explica, y pide continuidad en el compromiso de la comunidad internacional y más fondos para la educación, porque “sólo apoyando a la población local y su emancipación puede desarrollarse Haití, sólo caminando con sus propias piernas”.
En este sentido, Rava recuerda que la fundación cuenta con treinta y dos “escuelas de la calle” que forman a dieciséis mil niños que “si no fuera por estas instalaciones se habrían unido a una banda para sobrevivir”. En este contexto, aumenta la violencia, se producen recortes a los pocos occidentales que quedan, se secuestra a la gente por unos pocos dólares, y cada vez es más difícil trabajar incluso para las organizaciones humanitarias.