Francisco y la reforma: “Lo importante es la renovación de la mente y del corazón”

Expectación ha concitado la presentación del libro “Praedicate Evangelium”. Una nueva curia para un tiempo nuevo, que se realizará este sábado 23 de abril en Madrid, España. El texto editado por Publicaciones Claretianas recoge una larga entrevista del periodista Fernando Prado al cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, quien describe el proceso de elaboración de la nueva Constitución Apostólica que dará forma a la Curia Romana a partir de junio próximo. El prelado también hace hincapié en las principales modificaciones con que este documento busca mejorar la estructura administrativa de la Santa Sede al servicio de la evangelización.

El libro cuenta con un prólogo escrito por el Papa Francisco, que ofrecemos a continuación.

Prólogo del libro “Praedicate Evangelium. Una nueva curia para un tiempo nuevo”

Papa Francisco

Desde el concilio Vaticano II, la Iglesia católica ha llevado a cabo varias reformas de la Curia Romana tratando de acomodarla a las exigencias de los tiempos, de la vida eclesial y de la recepción del propio Concilio, que sigue siendo la brújula. San Pablo VI quiso acomodar la Curia a los postulados del recién celebrado Vaticano II mediante la constitución apostólica Regimini Ecclesiae Universae. San Juan Pablo II, algunos años más tarde, hizo lo propio promulgando la Pastor Bonus, queriendo desarrollar otros cambios y adaptar el funcionamiento de la Curia al nuevo Código de Derecho Canónico aprobado en 1983. Por su parte, Benedicto XVI también hizo diversos cambios y adaptaciones de la Pastor Bonus a través de diferentes motu proprio para salir al paso de algunos desafíos, realizando los necesarios ajustes que las situaciones pedían. Incluso se creó entonces un nuevo organismo: el Pontificio Consejo dedicado a la Nueva Evangelización.

Antes de cambiar de diócesis, participando de las Congregaciones Generales previas al último Cónclave, entre otras muchas recomendaciones, se pidió vivamente del nuevo Papa que acometiera una nueva reforma de la Curia. Se veía como algo urgente y necesario. Esta reforma viene de ahí. Yo mismo me atreví en esos momentos a hacer algunas recomendaciones, pensando que iba a ser otro quien tuviera que llevarlas adelante. Pero las cosas fueron diferentes. Y, así, desde el principio se trabajó durante todos estos años. 

Agradezco este nuevo servicio a la editorial claretiana de Madrid. No son tiempos fáciles para el «apostolado de la prensa». Agradezco el paciente trabajo a todo el Consejo de cardenales en este largo alumbramiento. Especialmente, agradezco al cardenal Rodríguez Maradiaga su constante servicio a la Sede de Pedro, a la vez que le felicito por esta entrevista. Creo que en ella se desentraña adecuadamente el sentido y el itinerario de este minucioso y decisivo trabajo de revisión y propuesta. En ella se hace ver que la reforma de la curia es más que la constitución apostólica. Praedicate Evangelium es una de las dimensiones de la reforma.

Es de esperar que todo lo que esta Constitución encierra se haga cada vez más notorio según se vaya aplicando y poniendo en práctica. Muchas de las novedades que aparecen en la Constitución apostólica ya se fueron poniendo en marcha desde los primeros años del presente pontificado y han dado frutos satisfactorios. Otras darán su fruto a su tiempo.

Las reformas en las estructuras y en lo organizativo son necesarias, sin duda, pero lo verdaderamente importante es la renovación de la mente y del corazón de las personas. Todos estamos llamados a arrimar el hombro. Y no olvidemos que las leyes y los documentos son siempre limitados y casi siempre efímeros. Otros tiempos vendrán. Otras circunstancias darán al mundo un nuevo color… Y la Iglesia, en su constante diálogo con el mundo, con un pie firme en los orígenes y fiel a la Tradición, adaptará nuevamente su vida y sus estructuras humanas a las condiciones cambiantes de los tiempos. Así, la Iglesia seguirá ofreciendo el Evangelio al mundo de una forma renovada. Es nuestra condición, pues creemos que «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre» (Hb 13,8). Así, los creyentes de hoy vamos pasando el testigo a las siguientes generaciones.

Post Comment