Esas preguntas del Papa sobre la paz

“Me pregunto si realmente se está buscando la paz…”. El Papa Francisco eligió presentar en forma de preguntas las dudas que atenazan a muchos y que crecen a medida que aumenta la escalada militar en la guerra de Ucrania. Una preocupante escalada militar en un conflicto cada vez más devastador que se está cobrando la vida de una población civil indefensa y que va acompañada de un aumento de las amenazas verbales, la demonización total del adversario y los simulacros de posibles ataques nucleares.

La continuación de la guerra de agresión perpetrada por el ejército ruso contra Ucrania, la carrera hacia el rearme, la falta de iniciativas firmes a nivel internacional, hacen que cada vez gane más terreno el pensamiento de quienes consideran ineludible el conflicto armado, una vuelta al pasado y a los viejos “esquemas” de la guerra que creían superados.

“Mientras se asiste a una macabra regresión de la humanidad”, dijo el Papa, “me pregunto, junto con tantas personas angustiadas, si realmente estamos buscando la paz; si existe la voluntad de evitar una continua escalada militar y verbal; si estamos haciendo todo lo posible para que las armas callen.

La dificultad de responder afirmativamente a las preguntas de Francisco es bastante evidente. “Todos queremos la paz”, es la respuesta de los líderes mundiales. Pero esta voluntad de palabra -si es que se expresa- no se transforma en una determinación creativa y en una auténtica voluntad de negociación. Se habla de paz y sigue aplicando lo que el Papa ha definido como el “patrón de la guerra”.

Hace unos días, el cardenal Pietro Parolin, esperanzado en una nueva Conferencia de Helsinki, dijo: “Mirar lo que ha sucedido en las últimas décadas debería convencernos de la necesidad de confiar más en los organismos internacionales y en su construcción, tratando que sean cada vez más una “casa común”, donde todos se sientan representados. Al mismo tiempo, nos debería convencer de la necesidad de construir un nuevo sistema de relaciones internacionales, que ya no se base en la disuasión y la fuerza militar: Es una prioridad. Y lo es, porque si no reflexionamos sobre ello, si no trabajamos por ello, estamos destinados a correr hacia el abismo de la guerra total”.

Por eso, el Sucesor de Pedro repitió su petición de que “no cedamos a la lógica de la violencia, a la perversa espiral de las armas” y que tomemos por fin el camino del diálogo y de la paz.

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