“El Señor es el punto de partida de la renovación interior y comunitaria”. “En primer lugar está siempre la vida espiritual”. Así lo subrayó Francisco en su encuentro con las monjas de Santa Brígida y las Misioneras Combonianas con motivo de sus capítulos generales. El Pontífice expresó la gratitud de la Iglesia “por el testimonio desplegado en los países donde están presentes”.
Sumergirse en el amor divino
La oración es una levadura para “convertirse en instrumentos de bondad”. Dirigiéndose a las hermanas de Santa Brígida, Francisco recordó que la particular vocación monástica de esta familia es confirmar “el primado de Dios” en la vida de cada consagrada y en la comunidad.
Las exhorto a que se dediquen especialmente a la oración de adoración: esto es importante. Hoy en día se ha perdido un poco el sentido de la oración de adoración, de perder el tiempo adorando. No se hace, esta oración, a menudo: yo les pido que la hagan. Adorar, sumergirse en el amor divino y darlo a los que encuentren en su camino. Es hermoso adorar en silencio ante el Santísimo Sacramento, estar en la presencia consoladora de Jesús y allí sacar el impulso apostólico para ser instrumentos de bondad, ternura y acogida en la comunidad, en la Iglesia y en el mundo.
Centrar la vida en Jesús
Uno de los aspectos característicos de la misión de las Hermanas de Santa Brígida, subraya el Papa, es el de la acogida.
Será más fructífera en la medida en que la oración contemplativalas hará salir de ustedes mismas y centrar su vida en Jesucristo, dejándo que sea Él quien haga las cosas en ustedes, que Él actúe en ustedes. Este movimiento interior hará posible un servicio al prójimo que no es filantropía, ni asistencialismo, sino apertura al otro, proximidad, compartir; en una palabra: caridad. La dimensión caritativa, como fruto del crecimiento espiritual, requiere ser vivida ante todo en los detalles cotidianos de la vida comunitaria.
El chismorreo, una peste y una carcoma
Hablando sin texto, el Papa continuó subrayando que “el chismorreo es una peste para la vida consagrada”: “Es como una carcoma que poco a poco destruye la convivencia y la fuerza de la vida comunitaria”. El chismorreo, añade, “es un gran mal de la vida comunitaria, tanto de las mujeres como de los hombres”. “Destruye la vida comunitaria y la vida religiosa”.
Las hermanas de Santa Brígida con el Papa Francisco
Al servicio de las víctimas de la esclavitud moderna
Dirigiéndose a las misioneras combonianas, el Papa recuerda que “la proximidad es el estilo de Dios” y les exhorta a “imitar el ardor apostólico” de San Daniel Comboni, “animado por el amor de Dios y la pasión por el Evangelio”.
Imitando la compasión y la ternura de su Fundador, sabrán ponerse al servicio de las víctimas de la esclavitud moderna, que como lacras sociales, desgraciadamente, siguen estando presentes a gran escala, en todo el mundo. Esclavizan en la prostitución, la trata de personas, los trabajos forzados, la venta de órganos, el consumo de drogas, en el trabajo de los niños vergonzosamente explotados, en los migrantes víctimas de intereses ocultos. Ustedes están ahí.
Misioneras combonianas con el Papa Francisco
Pobreza, desigualdad y discriminación
El Pontífice subraya que “el problema de estas esclavitudes no se supera sin eliminar sus causas más profundas, entre las que se encuentran la pobreza, la desigualdad y la discriminación”.
En efecto, ante estas realidades -en medio de la realidad- ustedes se proponen ofrecer la respuesta cristiana, que no reside en la constatación resignada, sino en la caridad que, animada por la confianza en la Providencia, sabe amar su tiempo y, con humildad, dar testimonio del Evangelio. Al hacerlo, son conscientes de ir contracorriente, chocando con la cultura del individualismo y la indiferencia, que genera soledad y provoca el descarte de tantas vidas.
Inspirarse en San Juan Pablo II
Dirigiéndose a las hermanas Brigidinas y a las hermanas Combonianas, el Papa recordó finalmente que hoy celebramos la memoria litúrgica de San Juan Pablo II, “un hombre de Dios porque rezaba mucho, encontraba tiempo para rezar mientras estaba inmerso en los numerosos y onerosos compromisos de su ministerio”.
De este modo, testimoniaba concretamente que la primera tarea de un cristiano, de un consagrado, de un sacerdote y de un obispo es rezar: la primera tarea es rezar, y que la oración personal no debe ser descuidada por ningún motivo. Es lo más importante. Otro aspecto de la vida y del testimonio de este santo Pontífice fue su cercanía al pueblo de Dios, que se manifestó en la búsqueda del contacto con la gente y en los viajes a todos los continentes para hacerse cercano a todos, a los grandes y a los pequeños, a los sanos y a los enfermos, a los cercanos y a los alejados. Inspirarse en él, les hará bien para mirar la realidad con los ojos del Señor Jesús; y las ayudará a caminar con alegría, dóciles al Espíritu Santo, y a hacer de sus carismas una profecía encarnada.
La Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida centró sus trabajos capitulares en el tema: “La actualidad de nuestro carisma desde la perspectiva de las Madres Fundadoras”. El triple amor: la Orden, la Iglesia y el mundo”. Los Misioneros Combonianos, en el centro de los trabajos de estas jornadas, pusieron el tema: “Transformados por nuestro carisma, discípulos misioneros hacia las periferias existenciales”.