“El Evangelio de este primer Domingo de Cuaresma nos presenta a Jesús en el desierto tentado por el diablo (cfr. Mt 4,1-11). Diablo significa “el que divide”. Su nombre nos dice lo que hace: divide. Eso es lo que se propone también tentando a Jesús. Veamos ahora de quién lo quiere dividir, y de qué modo”. Con estas palabras el Papa Francisco dio inicio a su alocución previa al rezo mariano, y recuerda que antes de ser tentado, Jesús, al recibir el Bautismo de Juan en el Jordán, el Padre le llama “mi Hijo amado”, y el Espíritu desciende sobre Él en forma de paloma. De esta manera, afirmó el Papa, el Evangelio nos presenta las tres Personas divinas unidas en el amor. Y Jesús dirá, agregó Bergoglio, que ha venido al mundo a hacernos partícipes de la unidad que existe entre Él y el Padre. El diablo quiere separar a Jesús del Padre, quiere apartarlo de su misión de unidad para nosotros, señala el Pontífice.
Los tres venenos del diablo: apego, desconfiaza y poder
En su alocución Francisco dijo que el diablo, aprovechando la “condición humana de Jesús, que se encuentra débil porque ha ayunado durante cuarenta días y tiene hambre, intenta instilar en Él tres “venenos” potentes, para paralizar su misión de unidad”: Estos venenos son el apego, la desconfianza y el poder.
El diablo, afirmó, trata de sugestionar a Jesús con razonamientos persuasivos sobre el apego de las cosas y las necesidades, la desconfianza al Padre y sobre el poder.
“Tienes hambre, ¿por qué tienes que ayunar? Escucha tu necesidad y satisfácela, tienes el derecho y el poder para ello: transforma las piedras en pan. Después, el segundo veneno, la desconfianza: “¿Estás seguro de que el Padre quiere tu bien? -insinúa el maligno-. ¡Ponlo a prueba, chantajéalo! Tírate desde el punto más alto del templo y haz que haga lo que tú quieres”. Por último, el poder: “¡No necesitas a tu Padre! ¿Por qué esperar sus dones? ¡Sigue los criterios del mundo, logra todo tú solo y serás poderoso!”. Terrible, ¿no es cierto? Pero es así, también para nosotros:”
El diablo intenta instilar tres venenos en nosotros
El Santo Padre, nos recuerda, que el diablo trata de envenenarnos a cada uno con el apego a las cosas, la desconfianza y la sed de poder. Tres “tentaciones frecuentes y peligrosas que el diablo emplea con el fin de dividirnos del Padre”, y que trata de dividirnos, que no nos sintamos más hermanos entre nosotros, para llevarnos a la soledad y a la desesperación, dijo Francisco.
“¡Esto es lo que quiere hacer con Jesús, esto es lo que quiere hacernos a nosotros! Pero Jesús vence las tentaciones. ¿Cómo? Evitando discutir con el diablo y respondiendo con la Palabra de Dios”.
Vencer al diablo con la Palabra de Dios
Jesús, dijo el Papa, no dialoga con el diablo, no negocia con él, rechaza sus insinuaciones con “las Palabras benéficas de las Escrituras”. Citando tres frases que hablan dijo Francisco, de libertad respecto a las cosas, de confianza y de servicio a Dios. Tres frases opuestas a las tentaciones.
“Esto supone una invitación para nosotros: ¡con el diablo no se discute! No se le vence tratando con él, sino oponiéndole con fe la Palabra divina. De este modo, Jesús nos enseña a defender la unidad con Dios y entre nosotros, de los ataques del que divide. ¡Y necesitamos unidad!Esto es importante: con el diablo no se discute, con el diablo no se dialoga. Jesús se enfrenta a él con la Palabra de Dios”.
¿Qué lugar tiene en mi vida la Palabra de Dios?
Por último, el Pontífice nos cuestiona, qué lugar tiene en nuestras vidas la Palabra de Dios, nos pregunta si recurrimos a ella en nuestras luchas espirituales.
“Si tengo un vicio o una tentación que se repite, ¿por qué no busco, con la ayuda oportuna, un versículo de la Palabra de Dios que responda a ese vicio? Luego, cuando llegue la tentación, lo recito, lo rezo confiando en la gracia de Cristo. Probemos, nos ayudará en las tentaciones, porque, entre las voces que se agitan dentro de nosotros, resonará la voz benéfica de la Palabra de Dios”.
Por último, una súplica a la Virgen María, que “ha acogido la Palabra de Dios y con su humildad ha derrotado la soberbia del que divide”, que nos acompañe en la lucha espiritual de la Cuaresma.