“Que la vivacidad y los talentos que cada uno tiene -todos los tenemos, nadie carece de grandes talentos, ¡no lo olvidemos! – estén a disposición de todos y den frutos. Les deseo, junto con una Santa Navidad, que den testimonio de esta esperanza cada día. Y extiendo mis mejores deseos a sus familias y a toda la Acción Católica”, lo escribe el Papa Francisco en su discurso entregado a los Jóvenes de la Acción Católica Italiana, a quienes recibió en audiencia, la mañana de este jueves, 15 de diciembre, en la Sala del Consistorio del Vaticano.
Pasen de ser discípulos a ser apóstoles
En sus saludos a los Jóvenes de la Acción Católica (ACR), procedentes de diversas regiones de Italia, el Santo Padre agradece a los responsables y educadores de la ACR, por lo que ellos hacen por los jóvenes y, a través de ellos, agradece también a todos los que trabajan por su crecimiento humano y cristiano. Asimismo, el Pontífice les escribió que este año de asociación están acompañados por las palabras que Jesús dice a sus discípulos: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,19).
“Es una petición que el Señor hace a todo cristiano en toda época. Jesús utiliza un verbo fácil y esencial: “ir”. Algunos podrían pensar que para ser un buen cristiano es necesario sobre todo reflexionar, meditar. En cambio, Jesús dice: ¡Vayan! Es un verbo decisivo, porque transforma al discípulo en apóstol, lo convierte en misionero. Y ustedes también, queridos amigos, están llamados a ir, porque a Dios no le gusta que estemos perezosos en el sofá; Él nos quiere en movimiento, en marcha, listos y dispuestos a jugárnosla”.
Transmitir la alegría de haber encontrado a Jesús
En este sentido, el Papa Francisco alentó en su discurso a los jóvenes a seguir lo que dice el Evangelio, es decir, ir a todos los pueblos, sin excluir a nadie. Porque es hermoso seguir a Jesús, subrayó el Papa, es hermoso descubrir el gran amor que Él nos tiene a cada uno de nosotros; es hermoso aventurarse en el proyecto de felicidad que Él ha pensado para mí, para ti, para todos; es hermoso descubrir los regalos que nos hace con gran generosidad, las sorpresas que llenan nuestra vida de asombro y esperanza, que nos hacen crecer libres y felices.
“El Señor, no quiere que pasemos los días encerrados en nosotros mismos. Y este es un gran riesgo para un joven y una joven de hoy: pasarnos el día con la pantalla de un móvil delante de los ojos. No, nuestros ojos están hechos para mirar a los ojos de los demás. No están hechos para mirar hacia abajo, hacia un mundo virtual que tenemos en nuestras manos, sino para mirar hacia el cielo, hacia Dios, y para mirar a los ojos de quienes viven a nuestro lado. Nuestra mirada, nuestros ojos están hechos para transmitir la alegría experimentada por haber encontrado a Jesús, esa amistad que transforma la existencia, que nos hace abrazar la vida y nos permite descubrir su belleza”.
Dar testimonio del amor de Jesús todos juntos
Para lograr esto, escribe el Santo Padre, es necesario ir, pero no ir solo, sino juntos. “Vayan” dice Jesús, en plural, a todos los discípulos juntos, no a cada uno aisladamente. Para testimoniar el amor de Jesús, hay que “salir” no individualmente, sino juntos, en grupo. Debemos, en otras palabras, “hacer equipo”, descubrirnos hermanos y hermanas en un mundo que tiende a aislarnos, a dividirnos, a enfrentarnos; que te dice: “piensa en ti y no te preocupes por los demás”.
“En cambio, el secreto está precisamente en cuidar de los demás. Y así también te cuidas. Comienza aquí, a partir de ver en cada persona no a un adversario, sino a un compañero de equipo, a un hijo de Dios: éste es el espíritu con el que superar la indiferencia. Esto es lo que nos enseña Jesús con su mirada, que es una mirada de predilección. Para Él todos son importantes, pero hay algunos a los que ama de manera especial”.
Vayamos a lado de Jesús
Por ello, no debemos tener miedo de salir al campo, de jugárnosla, alentó el Papa Francisco a los jóvenes de la ACR, “no te detengas y no temas nunca, porque yo estaré siempre contigo”. Verdaderamente, Él está siempre a nuestro lado, escribe el Pontífice, en los buenos y en los tristes momentos.
“La fiesta de Navidad, ya cercana, nos recuerda precisamente esto: que Dios entra en el mundo y nos da la fuerza para ir, para caminar con Él. En Navidad se ha unido a nosotros, se ha convertido en nuestro compañero de viaje. Y nunca, jamás, nos abandonará. Espera acompañarnos en nuestros asuntos, en todas las vicisitudes de la vida, para ayudarnos a descubrir el sentido del camino, el sentido de lo cotidiano, para infundirnos valor en las pruebas y en el dolor. Para levantarnos después de cada caída y protegernos en medio de cada tormenta. ¿No es hermoso caminar con un Dios así, con un Dios que es nuestro amigo, el Amigo en quien siempre podemos confiar?”.