“Tú das firmeza en la perseverancia y concedes la victoria en el combate”. Esta es la alabanza al Señor en el Prefacio de los Santos Mártires que el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, recuerda en su homilía en la santa misa que presidió, en la mañana de este sábado 22 de octubre, en la Catedral de la Almudena, en Madrid. El motivo de gozo para la Iglesia es la beatificación de 12 mártires asesinados en 1936, durante la persecución anticristiana que afligió a España durante la guerra civil.
“Sucedió aquí mismo, en Madrid, donde la lucha contra la Iglesia fue especialmente sangrienta”, dice Semeraro, quien precisa que la historia del Siervo de Dios Vicente Renuncio Toribio y de los otros once religiosos redentoristas, hoy proclamados beatos, fue recordada al comienzo de la liturgia.
Comentando las palabras de San Pablo en su segunda carta a los Corintios (capítulo 4, versículos del 8 al 10), afirma que el apóstol pone de relieve, por un lado, nuestra condición de fragilidad, pues somos como vasos de barro. Y, por otro lado, revela el secreto del testimonio cristiano, al decir que ese frágil recipiente contiene un tesoro, que es el poder de la vida de Cristo que habita en nosotros. Según el Purpurado, este es el punto central del texto paulino y también es el anuncio que pretenden retomar en este día con el acontecimiento del martirio que conmemoran, y es allí donde se encuentra, asegura, la fuerza interior del testimonio de los beatos.
Luego, Semeraro aconseja dirigir la atención hacia las palabras de Jesús en el Evangelio: “¡No tengan miedo!” (cf. Mt. 10, 26-33). Semeraro insiste, a partir del texto, en la importancia de no tener miedo y considera que, “en estas palabras, llenas de seguridad y confianza, encontramos también la otra razón por la que el discípulo no debe dejarse vencer por el miedo, y es la certeza de la providencia del Padre, que se manifiesta hasta en los pajarillos y en los cabellos de la cabeza”.
El Prefecto resalta el mensaje que se pretende extraer de la beatificación de los mártires: el mensaje de la confianza total en Dios, así como la confianza en la intimidad de Jesús crucificado y resucitado con nosotros.
“La fe radical en Dios, que es nuestro Padre, y la solidaridad absoluta con su Hijo Jesucristo: éstas son las coordenadas que, por sí solas, pueden guiarnos, incluso cuando nos encontramos en medio de los miedos y chantajes humanos”, subraya el Prefecto.
“Por supuesto, añade, a pesar de esto, el pájaro cae al suelo y el discípulo es condenado a muerte. Este escándalo, que durará hasta el final de la historia, sólo podemos superarlo con la certeza de la fe, que un salmo expresa con estas palabras: «Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo» (Sl 23[22],4).
“Esta es nuestra fe”, concluye Semeraro:«No temeré ningún mal -explica San Agustín-, porque tú, Señor Jesús, por la fe habitas en mi corazón y ahora estás conmigo, para que, después de la sombra de la muerte, también yo esté contigo para siempre» (cf. Enarr. in Ps. XXII, 4: PL 36, 182). No temo ningún mal, Señor Jesús, porque tú estás conmigo. Amén.